Trabajo con el hilo como quien busca una voz antigua.
Me interesan la memoria, la identidad, los vínculos invisibles que atraviesan generaciones y se cosen en silencio. Me obsesiona cómo el tiempo habita los cuerpos, cómo los recuerdos —los propios y los heredados— se tejen entre lo íntimo y lo colectivo.
El textil es para mí un lenguaje de resistencia.
Cada puntada, cada nudo, cada hebra es un acto de reparación. Trabajo con lanas naturales, tejidos heredados, sisal, rafias, materiales que llevan historia. Me conmueve lo que ya ha vivido.
Exploro el tejido como una forma de activar la memoria dormida, de abrir espacios de reflexión sobre lo que fuimos, lo que somos y lo que aún no podemos nombrar.
Busco que mi obra toque lo que no se ve, lo que queda debajo: los silencios, las ausencias, las heridas transgeneracionales. Trabajo con estructuras que escapan a lo convencional, como cuerpos que se resisten a encajar, como lenguajes aún por inventar.
Mi deseo es que quien se acerque a mis obras sienta el pulso de algo profundo y reconozca, en esos gestos textiles, la necesidad de volver a mirar la historia, de escuchar lo que quedó suspendido. De recordar para volver a habitar(se).